Hoy nos reunimos para conmemorar una profesión que carga con nosotros a lo largo de toda nuestra vida. Celebramos el Día Internacional de la Podología, una fecha para honrar a esos especialistas silenciosos, a esos guardianes de nuestros cimientos: los podólogos.Pensemos por un momento en la complejidad maravillosa de nuestros pies. Veintiséis huesos, treinta y tres articulaciones y más de un centenar de tendones, músculos y ligamentos trabajando en perfecta sincronía. Son nuestra base, nuestro primer punto de contacto con el mundo, los que nos permiten dar el primer paso de un bebé, correr tras un sueño, bailar de alegría o simplemente permanecer de pie con dignidad. Y, sin embargo, con demasiada frecuencia, son los grandes olvidados. Hasta que duelen.Ahí es donde entra la figura esencial del podólogo. Lejos de ser simplemente un curador de callos, el podólogo es un científico del apoyo, un arquitecto de la marcha, un detective de dolencias que empiezan en la base pero que pueden resonar en rodillas, caderas y espalda. Su labor es un pilar fundamental de la salud pública.Imaginen la diversidad de su trabajo. Atienden al niño que comienza a caminar con torpeza, corrigiendo con plantillas y consejos lo que podría convertirse en un problema mayor. Cuidan con infinita paciencia y técnica los pies de una persona con diabetes, donde una pequeña herida puede tener consecuencias graves, siendo su labor preventiva y curativa literalmente salvadora de extremidades. Alivian el dolor punzante de un espolón calcáneo, devolviendo la ligereza al paso. Estudian la pisada del deportista, buscando la máxima eficiencia y la mínima lesión. Y ofrecen confort y movilidad a nuestros mayores, para quienes cada paso autónomo es un tesoro de independencia.Su consulta es un espacio de alivio, pero también de diagnóstico y de educación. Nos enseñan a cortar las uñas correctamente, a elegir un calzado que no sea una condena, a entender que la salud de nuestros pies no es un lujo, es una necesidad. Son confidentes de dolencias que a veces dan vergüenza mencionar, y con su profesionalismo, las convierten en problemas con solución.Hoy, en este día internacional, alzamos la voz para decir: Gracias. Gracias a los podólogos por ser esos profesionales que, agachados ante nosotros, nos permiten seguir erguidos. Por tratar con respeto y ciencia esa parte tan íntima y fundamental de nuestro cuerpo. Por cada uña encarnada resuelta, por cada callosidad que deja de doler, por cada pie diabético vigilado, por cada niño que puede correr sin molestias, por cada anciano que puede pasear sin dolor.Reconozcamos su importancia, valoremos su conocimiento y no demos por sentado el milagro de cada paso que damos. Porque cuidar de los pies es cuidar de la persona entera. Feliz Día Internacional de la Podología.
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