Buenos días a todos. Hoy nos reunimos para celebrar una de las invenciones más perdurables y significativas de la humanidad: el correo. Celebramos el Día Mundial del Correo, una fecha que honra no solo un servicio, sino un lazo que ha unido al mundo durante siglos.Imaginen por un momento un mundo sin mensajes instantáneos, sin correos electrónicos. Un mundo donde la única forma de comunicarse con alguien lejano era a través de un sobre de papel. En ese mundo, la llegada del cartero era un evento cargado de emoción, de esperanza, de noticias que podían cambiar una vida. Una carta era más que palabras; era un objeto tangible que contenía la caligrafía de un ser querido, quizás una lágrima seca, el aroma del lugar del que provenía. Era un pedazo de alma enviado a través de la distancia.El servicio postal es una red silenciosa y gigantesca que teje continentes. Es un sistema que trata por igual a una carta de amor, a una factura, a la noticia de un nacimiento o a los documentos más importantes de una nación. En su esencia, es un acto de fe: fe en que el mensaje llegará a su destino, fe en la honestidad de un extraño que lo transporta, fe en la promesa de conexión.Pensemos en los hombres y mujeres que hacen posible este milagro cotidiano. Los carteros y carteras que, bajo el sol, la lluvia o el frío, recorren sus rutas incansablemente. Conocen cada casa, cada negocio, cada perro del vecindario. Son los rostros amables y constantes de un servicio que es, en el fondo, profundamente humano. Son los mensajeros que, con su labor callada, sostienen el ritmo de nuestras vidas y de nuestra economía.En la era digital, algunos podrían pensar que el correo físico es una reliquia del pasado. Pero se equivocan. El correo tradicional posee una cualidad que lo hace eterno: la materialidad. Un correo electrónico se archiva en una carpeta virtual; una carta se guarda en una caja de recuerdos. Se toca, se dobla, se huele, se conserva como un tesoro. Recibir una carta escrita a mano es recibir tiempo, dedicación y un afecto único que no puede ser replicado por ningún algoritmo.El Día Mundial del Correo, establecido por la Unión Postal Universal, nos recuerda el papel vital que este servicio juega en el desarrollo social y económico de los pueblos. Lleva la educación a los rincones más remotos, permite el comercio global, acerca a las familias separadas por océanos y mantiene viva la llama de las relaciones personales en un mundo que a veces parece girar demasiado rápido.Por todo esto, hoy levantamos la voz para decir: ¡Gracias! Gracias a cada persona que trabaja en este sector. Gracias por cada paquete entregado, por cada carta que llega a su destino, por cada sonrisa que provocan al traer noticias esperadas.Celebremos este día recordando el poder de una simple carta. Tal vez, hoy mismo, podamos tomar un papel y un bolígrafo, y escribirle a alguien. Devolvamos, aunque sea por un momento, la magia de la espera, la emoción de lo tangible y la calidez de un mensaje que viene directamente de nuestras manos a las de quien queremos.El correo es más que un servicio. Es un testimonio de nuestra necesidad de conectarnos, de contar historias, de compartir nuestras vidas. Es un hilo dorado que, a través del tiempo y la tecnología, sigue uniendo a la humanidad. ¡Feliz Día Mundial del Correo
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